Donde hay educación no hay distinción de clases (Confucio, filósofo chino)

domingo, 13 de noviembre de 2011

(DES)INVERSIÓN

Créditos de la imagen
Estamos en crisis. Vaya novedad. Es época de austeridad, época de gastar poco y, sobre todo, época de no gastar el dinero que no tenemos. Sí, hay que gastar poco y ahorrar. Con los tiempos que corren todo vale, todo es justificable. ¿Todo? Sí, todo; también los recortes en los “archiconocidos”  tres pilares de la sociedad del bienestar: política social, sanidad y educación. Recortan y recortan y nosotros quizá nos quejamos un poco al principio, pero pronto lo asumimos sin más. Se hace un recorte y tenemos tema para la tertulia del café o la sobremesa, pero al día siguiente ya nos hemos olvidado de ello. Lo aceptamos. Parece que teníamos asumido de antemano que estos recortes iban a llegar tarde o temprano, son necesarios y no tienen alternativa. Nos han vendido la moto, hay que bajar el nivel de endeudamiento o de lo contrario seguiremos el camino de nuestros vecinos: Grecia, Irlanda, Portugal…

Dejando de lado los recortes en otros ámbitos, con el tijeretazo en educación se está evitando el gasto de unos millones de euros al año, x millones. ¿Cuántos millones? No lo sé, pero creo que debe ser calderilla al lado de todo el dinero que solamente unos pocos privilegiados han ganado. Vale, si recortamos estamos ahorrando un capital monetario. ¿Pero qué pasa como contrapartida? Nos estamos olvidando de otro capital, el capital humano. Que este capital sepa leer y escribir, sumar y restar e incluso tenga una titulación superior puede que sea imprescindible para que el día de mañana nuestra economía, que hoy está enferma, esté sana y fuerte y sea competitiva.

No se trata de gastar por gastar. No se trata de decir que la Administración diga “Això ho pague jo”. Se trata de gastar con cabeza, de gastar en aquello necesario y de recortar en aquello superfluo. Se necesita invertir en recursos materiales y también en recursos humanos. Oh! sí, hay que invertir en capital humano. No puede ser que queramos atender a la diversidad con grupos de 25 o 30 alumnos. Curiosamente, hoy una amiga colgaba en su muro el siguiente texto, que viene al caso (más o menos): “Orgulloso de ser docente. Si un médico, un abogado o un dentista tuviera a 25 personas en su oficia a la vez, todas con diferentes necesidades y algunas que no quieren estar allí y el médico, el abogado o el dentista tuviera que tratarlos a todos con excelencia profesional todos los días durante meses, entonces podrían tener una idea de lo que es el trabajo del docente en el aula. ¡Si eres docente, pégalo en tu muro y siéntete orgulloso!”. Aunque pienso que no sólo se necesita más personal, sino que hay que formar más y mejor al ya existente.

Invertir en educación es costoso, pero no hacerlo puede serlo todavía más. Es una desinversión. Es enterrar el futuro de las personas. Es condenar el futuro del país. Porque los beneficios de la enseñanza son mayores que la inversión que realicemos. Porque los beneficios individuales reportan en el beneficio colectivo.

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